Morir, morir amando.
Con los besos en la boca dispuestos a resbalarse por tu cuerpo.
La respiración fuerte, estruendosa e incontrolada.
Sentir, sentir amando.
Entregarse a la incertidumbre de los bailes anónimos,
descifrando quien se mueve al compás de mis latidos.
Vivir, vivir amando.
Trazar desde tu alma a mis labios una línea mágica
que cree deliciosos momentos de temblores inalámbricos.
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