Desconoces mi pasado y mi futuro es una incógnita hasta para mi persona. De lo que no me queda duda es de que con tu sonrisa los meses de intenso frío se disfrazarán de colores cálidos. Llevo meses, preguntándome a donde te encaminas todas las mañanas rauda y alocadamente. Saludas alegremente, compras el periódico, lo agradeces y tiras lo que te sobra del diario. Alguna mañana te compras una flor. Desde ahora, si me dejas, te las regalaré yo. A veces te observo adentrándote en el metro, convirtiendo en juego los miles de brazos que te impidenn conquistar tu hueco, un laberinto humano con el que jugar. Te agachas, te torsionas y ¡Prueba superada! Me gustas, quiero decorar mis días con tu presencia.
Yo oía decir esto a un chico, declarándose a una mujer preciosa, que para su desgracia nunca se quitó los cascos para atender a sus sentimientos. Ella se subió al vagón y se marchó sin decir adiós.
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