- Sí, la verdad es que tienes que estar muy orgulloso de ti.
- Ya pero no me digas que no te apetecía que te tocara más.
- Pues la verdad es que no, hubieras hecho la situacíón más incómoda y yo tenía la cabeza en otra parte.
- No mientas.
- No miento.
Antes la cabeza siempre estaba con él,
aunque mi cuerpo permaneciera
a muchos kilómetros de distancia.
Ahora, se produce el fenómeno inverso.
Mi cabeza se traslada a otros lares
para que mi cuerpo inerte
esté sin saber estar
y se quiera borrar.
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