El futuro nos permite compartir un helado de límón,
con toda su amargura y a la vez con todo su sabor.
Gestos cotidiano e infantiles, desbordados de semántica.
Pedirle al panadero lo de siempre, que consiste en una chocalatina y dos moras.
Ese bebé al que sacas la lengua y con el que estableces un juego, divertido solamente.
Comprar el periódico y devolver una sonrisa por la amabilidad y la dulzura cotidiana.
Chocarse en el metro y disculparse, con alegría y contento.
El sol obligándote a cerrar los ojos, al salir del metro. Abrirlos dos segundos más tarde ni él te va a impedir observar todo lo que te rodea.
Me gustan mis días, mi sol, mis paseos, mis viajes en el metro, mis anochecer, mi radio, mis cosas tan mías y tan nuestras (de todos) pero que dejan tan dispares sabores en tan distintas bocas.
Mi madre y yo saboreando dos paraguas de chocolate que no pude evitar comprar el sábado por la mañana. Adoro comprar gominilas para repartirlas posteriormente. Gominolas o Alfajores, como ayer, y observar como la gente disfruta el dulce de leche.
No hay comentarios:
Publicar un comentario