un iceberg hace las funciones de válvula mitral.
Y los ventrículos son ahora pequeños cubitos que usaré esta noche para un cóctel.
Me lo beberé a tu salud y a la mía.
A la salud de dos personajes de ficción que nunca existieron.
Conforme va avanzando el tiempo, mejor puedo ver que no fue nada. Y en la nada me ahogo, por eso renuncio a seguir pregúntandome sobre las injusticias de la vida. Si no me gusta, no tengo que comérmelo. Ya no soy una chiquilla que traga con agua y con pan para no distinguir los malos sabores. Si no me gusta que cocinen mejor o me pongan otra comida.
Una visita al destinta que me cambiará la vida. Sin conocerme me habló de la copa de cristal en la que vivo. Esa, me decía, que te quitaste ante una persona pero que rompió sin escrúpulos y ahora tú has decidido volver a construirla para que no te hagan daño. Me dijo, Rebeca no uses siempre el humor como arma para sobrellevar las cosas. No me conocía de nada. Me dijo no te des sin condiciones, no te abras sin pedir nada a cambio porque en el mundo eso ya no se da. Me dijo guárdate tus regalos, quédatelos y no los compartas.
Me comentaba, tienes los ojos más brillantes que he visto en la vida (era un hombre mayor aclaro), tus ojos siguen brillando pero estoy seguro que antes brillaron más. Me contaba que el creía que me iba a a costar mucho, muchísimo encontrar a alguien que quiera compartir como yo lo hago, porque hay poca gente que comparta siendo y no teniendo.
Me dijo sin conocerme que no me equivocara, que yo no era simple, sino sencilla. Y la sencillez no siempre se entiende.
Todo esto con los tubitos pertinentes metidos en la boca, con lo que yo sólo escuchaba esas palabras sabias y alucinaba. Me dijo que eso no lo hacía con todas las clientes que sólo algunas tenemos el don de ser especiales. Me dijo que le dejara mis tarjeta de logopeda y que tuviera paciencia, que no la tengo, que el tiempo me dará todo lo que sueño. Y que no dejara de soñar, que hay pocas personas que sueñen.
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