La punta de mi lengua

Lo dejé marchar y no me arrastró.

Mi fin de semana.

Allí en el río, los buitres alrededor nuestro. Los buitres y el silencio. Un camino, desconocemos donde termina, pero nos disponemos a recorrerlo. El efecto sorpresa siempre nos seduce.
Deliciosa compañía, risas por doquier y el estómago acogiendo todo un festín. La felicidad descansa sobre una mesa de plástico o un muro de piedra.
¡Sin cobertura, qué más se puede pedir!

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