La punta de mi lengua

Lo dejé marchar y no me arrastró.

Un tesoro que sueña conmigo

Estás ahí,
siento que respiras a mi lado,
para escucharme,
para comprenderme,
para aliarte conmigo en este baile que es la vida.
Siento que no me juzgan, por fin.
Estaba cansada de besos rancios y ególatras constantes, de mentiras confusas y palabras desgastadas antes de ser pronunciadas.
No me siento extraña a tu lado y me es fácil aprenciar lo encantador de la diferencia.
Porque, tal vez, en lo esencial somos muy similares:
el fin es ser felices, pero no a cualquier precio.

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