La punta de mi lengua

Lo dejé marchar y no me arrastró.

Asignaturas recuperadas

Anoche parecía todo perdido. Quizás tengo muchos malos hábitos del pasado. Hace tiempo solía afrontar con mucho miedo esas conversaciones en las que por dos segundos vas a hablar de como te sientes. Hoy llegué a esa parada de metro en silencio, con una amalgama de pensamientos que casi no me había dejado conciliar el sueño. Me dolía la tripa, como siempre que estoy nerviosa y tenía miedo, mucho miedo. Miedo a que volara toda esa felicidad que estoy sintiendo.
Y no voló, no sucedió como en tantas otras historias, en las que yo hablaba de como me sentía y el interlocutor sólo me respondía a la defensiva, diciéndome que yo era demasiado rara.
No, fue una conversación deliciosa en la que aprendí que se puede dialogar y hallar puntos de encuentro.
En la que yo estuve orgullosa de todo lo que aprendí en estos años.
Alguien me enseñó que antes de juzgar tenía que escuhar a las otras personas y ciertamente es muy, muy benefiosos.
Gracias por esas lecciones tan importantes y por seguir a mi lado para enseñarme tanto.

3 comentarios:

elniñotriste dijo...

Me alegro de leerte contenta, niña De verdad Estas líneas han borrado los restos que dejó la angustia de tus líneas de ayer en mis ojos tristes

Sería tan fácil que el mundo conociera muchós más finales felices... Bastaría, amenudo, con que los protagonistas de los cuentos empezaran por creerselo...

Tres de los rasgos que más me gustan de tu manera de ser, de ti, aun sin conocerte, son tu vitalidad, tu alegría y tu imaginación Foméntalos y serás feliz siempre, compañera

Cuidate... y Hasta la Victoria siempre!

la punta de mi lengua dijo...

No se me puede sacar los colores todos los días, que me lo voy a acabar creyengo. Eso no puede ser bueno.
Es broma, gracias por el calor de tus palabras.

elniñotriste dijo...

Bueno... eso tendré que decidirlo yo! jajaja Y sí, seguro que es bueno mientras sonrias No me des las gracias que no he hecho nada Muxus wapisima!