La punta de mi lengua

Lo dejé marchar y no me arrastró.

Descaradas intenciones

Apostar, jugar, soñar.

Esa es mi vida,

con matices,

con rendijas por las que a veces se cuela el dolor,

para recordarme que no soy artificial,

que mi piel también huele,

que mis ojos también pueden llorar.



No tengo miedo al abismo

lúgubre, silencioso,

en el que puedo caer

si camino por este frágil alambre que es el amor.

Bailaré con todo el corazón,

sin preguntarme qué traerá el mañana a mi orilla.

El tiempo quizás juegue a mi favor.



No sé estar sin ser con la pasión

un único cuerpo aferrado al ritmo que provocan tus ojos en mi pecho.

No sé escribir a medias,

sentir a medias,

amar a medias.

Sencillamente escribo, siento y amo

con la plenitud de mi cuerpo

amorfo, torpe e inexperto.

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