Hoy en el autobús he ocurrido algo que me ha indignado especialmente.
Delante de mí subía una señora mayor con su bastón y todos sus achaques. Tendría aproximadamente sus 85 años, por lo que que aún tuviera la autonomía de viajar sola en transporte pública, ya era todo un mérito.
Justo a mi espalda una señora de aproximadamente 60 años, es decir ya no estaba en la flor de la vida.
Bueno pues esta señora se ha puesto a increpar a la pobre anciana que bastante tenía con sujetarse mientras picaba el billete.
No me he podido callar y le he dicho que no pasaba nada por tener un poco de paciencia porque había sitios para aburrir. La señora antipática (que debe ser que ha olvidado que a ella no le queda tanto para tener un bastón por compañía) me ha respondido de una forma muy altiva, que no hay razón para tener paciencia y lamentáblemente me ha tocado las narices y le he soltado una bordería del tipo: "Por el aspecto que tenemos, creo que a usted le queda menos para usar ese bastón, así que aunque sólo sea por eso debería ir trabajando lo de la paciencia. Espero que de con gente más comprensiva y empática que usted".
¡Es increible que sucedan episodios como este!
No hay comentarios:
Publicar un comentario