La punta de mi lengua

Lo dejé marchar y no me arrastró.

Tefnut

Vamos a dejar que destiles clemencia
ahora que, como siempre,
comienzan a pudrirse los anclajes,
inútiles e inestables
de la falsa sonrisa que se suicida en tus labios.

2 comentarios:

Juan Luis Carreras M. dijo...

Muy bueno...
Cuando esa sonrisita ya no nos sirve para alcanzar lo deseado, debemos recurrir inefablemente a una clemente súplica.

Besos.

la punta de mi lengua dijo...

Sin más, quizás incluso demasiado simple.
Gracias