Con esta anotación no pretendo dar lecciones ni de coherencia ni de bondad. Cada uno tiene sus códigos, sus reglas, en definitiva su moral.
El amor no es necesidad, no es utilidad. La amistad tampoco cabe en el mismo saco.
Hay personas que no gastan más de dos meses en hacer sus transiciones amorosas. En el fondo no se enamoran de nadie. Lo que realmente ansían es alguien que les haga compañía y les devuelva una imagen de ellos mismos perfecta, o al menos amable. Ese reflejo que no aguantan ver en el espejo, porque el espejo les devuelve una imagen tan patética que ni ellos mismos la quieren descubrir.
Por eso me creí yo enamorada no hace mucho tiempo. No me enamoré de la persona que tenía al lado, me ilusioné con la idea que esa persona tenía de mí yo porque yo no podía mirarme a mí misma sin resultarme espantosa. Me pasé casi dos años de mi vida fingiendo que estaba conforme con quien era, cuando en el fondo me despreciaba. Me costó estar frente a mí misma y no maldecirme.
Durante un tiempo no me había comportado de un modo del que podía estar orgullosa y decidí embarcarme en una relación plastificada que no me haría mejorar pero con la que al menos no tenía que rendirme cuentas.
Quizás por la noche la soledad desespera y es menos cómoda pero me siento más plena conmigo misma. No quiero por necesidad, quizás ahora no quiero de modo alguno pero me miro en el espejo y no me lamento. Hay días más tristes donde aún percibo los golpes que yo misma me produje. No quiero pero tampoco voy haciendo añicos la confianza que depositan en mí, como sí hice en otro tiempo.
Hoy tengo un golpe y un recuedo menos de aquella pésima persona que fui.
Para mejorar, la vida me ha tenido que poner en mi sitio de diversas formas, algunas más dolorosas de lo que me merecía, pero bienvenidos sean los empujones. Por eso creo en que el tiempo hace justicia, conmigo ya la ha hecho.
Todo es cíclico, no siempre fui una persona con unos principios difusos y confusos. De hecho tenía muy claros mis ideales pero me eché a perder un día, una noche, una mañana. Ni lo recuerdo. Lo que no olvido fue el día en el que me di cuenta de que no podía seguir sin pedirme expliciones de por qué me comportaba así y por qué hacía daño (yo suponía inintencionadamente) a la gente que decía querer. Ese día tomé la mejor de mis decisiones y era alejarme de ciertas influencias que me estaban pudriendo por dentro. Dicen en ese sabio refrán "dime con quien andas y te diré quien eres".
Ahora soy más selecta con todo, quizás demasido pero no quiero volver a asustarme con quien soy un día cuando me levante por la mañana. Podría decir Dionisio que vivo de un modo menos intenso, quizás Apolo le contestara que al menos vivo más dignamente y no tendré que volver a agachar la cabeza cuando pasee por aquella calle. Además duermo mejor, pongo más empeño en las cosas que realizo y quizás soy algo menos caprichosa.
En el fondo aquella relación, que al principio hacía que olvidase mis miserias, fue la que me puso donde me merecía. Hice daño y me recibí daño, no cabía esperar nada más. Descubrí tantas equivocaciones, juicios erróneos y decisiones inorpotunasa. Pero, de repente, un día reaccioné.
Sé que no todo lo que me ha pasado es culpa mía, la vida es caprichosa y no puedo cargar con todas las culpas. Sin embargo, tampoco puedo lavarme las manos ante cualquier situación dolorosa y complicada, porque muchas las he producido yo.
Ahora que llevo muchos meses durmiendo con la conciencia muy tranquila, una llamada inoportuna no podrá hacer que actualmente no esté orgullosa de lo que veo en ese espejo. Quizás existan dos personas que pueden sonrojarme porque aunque el tiempo pasa, merecen una explicación pero ninguna de esas personas eres tú. Esas dos personas son ejemplares, no es tu caso.
No lamento arruinar tus intenciones, ya no puedes hacerme daño, ni con tus palabras, ni con tus actos. Perdiste hace tiempo esa capacidad, y la de juzgarme.
Necesito que me juzguen, que me digan mis errores, que me hablen de aspectos que tengo que mejorar. A veces también ansio que me dediquen unas palabras de animos pero ni mis ansias ni mis necesidad tiene ya nada que ver contigo. Y ser indiferente a ti y tu complejidad autoimpuesta, no es fruto de una noche incómoda sino que es la causa por la que rechacé aquel almuerzo.
Puede ser que tú leas esto, eres libre de no hacerlo.
Y si lo lees tú y tú, a los que os hice daño, tanto daño que no podéis perdonarme lo entiendo pero esta anotación no está hecha para produciros más dolor sino para deciros que sóis mejores que yo. Lo sóis y los fuistéis.
2 comentarios:
Me ha gustado bastante lo que has escrito y comulgo con muchas de las cosas que dices. No creo que el verdadero destinatario lea tus palabras y me alegro; que lo hiciera le quitaría gracia.
tus palabras me han emocionado, al leerlas casi pensé que las habia escrito yo..se fuerte! solo una palabra más..ANIMO!!!!!
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