La punta de mi lengua

Lo dejé marchar y no me arrastró.

Atropelladamente se truncó nuestro amor

Íbamos de la mano, caminando tranquilamente por las calles de Madrid.
De repente un árbol, nos separamos.
Tú decidiste bajarte a la calzada,
tristemente,
aquel coche te atropelló.

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