La punta de mi lengua

Lo dejé marchar y no me arrastró.

Versos a un euro

Tintineante y ruidoso en los recovecos de amaneceres rotos.
Siempre me sorprendes con lunas nuevas.

Quebrantando la ley,
la ley de piel, de las fronteras de mi cuerpo.

Para la nada queda mucho tiempo, tenebros e inhóspito.

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