La punta de mi lengua

Lo dejé marchar y no me arrastró.

Sin salvación

No me salvo cuando digo que te quiero, cuando recojo besos en mis frente. No me rindo cuando soy el empuje y el aliento que hace volar a mariposas desorientadas.
No me salvo cuando me siento me Méjico aunque no pase de la calle Príncipe de Vergara. La imaginación me salva cuando mis pasos se frenan con el viento.
No sé salvarme, no sé ser extraña en quimeras hermosas.

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