A espinas con la vida,
que las espadas se me quedan demasiado grandes.
Con magulladuras,
cicatrices por curar
y quemaduras de primer grado.
Con la sangre en las costillas y los dolores prendados al alma.
Con los músculos agarrotados
de las jaquecas,
de los empujones
y las bofetadas.
Estoy con los segundos estallando en mis mejillas
y las horas oprimiéndome las arterias.
Estoy que vengo con pesadumbre
en la suela de los zapatos,
en los huecos de las uñas.
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