La punta de mi lengua

Lo dejé marchar y no me arrastró.

Pinceladas

Hemos paseado nuestras ansias por alcobas insípidas
tratando, sin suerte, de enamorarnos de otra mirada audaz.
Yo probé a caminar sobre cuerpos llenos de tiernas palabras
pero escapé, siempre escapé, porque ninguno eras tú.

Anonimato en el amor, inútil y costoso.
Tu pelo aún contagia a mis dedos de ritmo.
Las estaciones para malgastarlas en tus silencios
y que no me amputen el léxico que te crea.

Tapizado tengo el cuerpo por tus caricias
y en lomo las marcas de mi dueño.
Surcos para empaparse, perderse, postrarse, pudrirse.
Agua salada con las heridas a punto

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