La punta de mi lengua

Lo dejé marchar y no me arrastró.

Nos quedan dos segundos

Este amor se agota,

se tonra finito e insignificante.

Se pierden los impulsos de tu corazón.

Ya no recordamos los besos es las esquinas,

los juegos con nuestros cuerpos

y los sueños que revolucionaban la alcoba.

La tragedia esculpida a golpes de cintura

ahora es escupida por bocas sangrantes.

La desmemoria,

el despropósito.

Pero yo me niego a que afirmes que nunca estuve enamorada,

porque aún cuando te veo siento y padezco,

tuviste la prueba entre tus manos,

hace algunas jornadas,

quizás necesites las gafas para ver la realidad.

No quiero un novio, quiero a mi amor.



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