La punta de mi lengua

Lo dejé marchar y no me arrastró.

No me conoces

Esa miarada que todo lo sabe


Con las manos dibuja
los caminos, los cruces,
los ríos, las constelaciones,
los latidos, las ausencias
del cuerpo.

Con el mapa ante los ojos
extiende con cuidado la red y la repara
deshaciendo los nudos,
cosiendo los rotos.

Y engrasa
las bisagras de la puerta que abre la habitación
donde están todos los poemas.


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