Me quito la sortija y el pendiente
que sólo me quito
cuando tú me lo pides
la mirada oblicua.
Hubo un tiempo en que estar desnuda significaba quitarme los pendientes.
Ese tiempo se borró de un plumazo.
Me tuve que buscar un motivo indigno para volver a vestirme.
No hay comentarios:
Publicar un comentario