La punta de mi lengua

Lo dejé marchar y no me arrastró.

Síndrome de Estocolmo

Dicen que esta es la enfermedad que tengo.
Ilusos.

Me piden que deje de luchar, que me rinda.
Pero no puedo, no sé.
No puedo escapar de la felicidad y la dicha.
Me tienes que espantar mejor, con más energía.

Aún tengo un vestido de flores sin estrenar
y tú ¿Cuántos caramelos?

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